En la noche del 2 de enero del año 40 DC, Santiago se encontraba con sus discípulos junto al río Ebro cuando "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de jaspe”. La Santísima Virgen, que aún vivía, le pidió al Apóstol que se le construyese allí una iglesia, con el altar en torno al pilar donde estaba de pie y prometió: "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio". Desapareció la Virgen y quedó ahí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron inmediatamente a edificar una iglesia en aquel sitio y, con el concurso de los conversos, la obra se puso en marcha con rapidez. Antes de regresar a Judea y de que estuviese terminada la Iglesia, Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma, la consagró y le dio el título de Santa María del Pilar (hoy nombrada Catedral de Zaragoza). Esta fue la primera iglesia dedicada en honor a la Virgen Santísima.
El isotipo de ésta Capilla es un pilar de jaspe rojo y verde, representando al más significativo símbolo físico que ha perdurado como testigo y evidencia de la aparición y promesa de la Santísima Virgen a Santiago en la ciudad de Caesaragusta (hoy Zaragoza).
Miguel Ángel Rosas Arroyo